*.Identifica a los miembros de la familia de Jesús.
*.Identifica a Jesús como un niño igual que el.
*.Vive la navidad reconociendo que es fiesta de Jesús.
DISEÑO CURRICULAR NACIONAL
jueves, 11 de julio de 2013
TESTIMONIO DE LA VIDA EN LA FORMACIÓN CRISTIANA
El Espíritu Santo es el amor subsistente del Padre y del Hijo. Es esencialmente Espíritu de amor y produce en el cristiano la capacidad de amar. Más bien puede decirse que es el Espíritu Santo el que ama en él: "… porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (Romanos 5:5). Ese amor que recibimos del Espíritu Santo es, sobre todo, un principio interior de la vida nueva que Dios nos da y que nos hace capaces de amar y de entregarnos a los hermanos, así como Cristo nos amó y se entregó por nosotros.
Por eso el Evangelio dice que el mandamiento del amor a Dios y al prójimo es el centro y la síntesis de la vida moral del cristiano: "El primero es: escucha, Israel, el Señor nuestro Dios es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: amarás a tu prójimo como a tí mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos" (Marcos 12:29-31). El cristiano se puede definir como un hombre que camina en el amor y en este camino encuentra su plenitud y salvación.
En el amor a Dios y al prójimo se resume todo el Evangelio y todos los mandamientos: "En efecto, lo de no adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Romanos 13:9).
Así aparece claramente la positividad de la vida cristiana. Ser cristiano no quiere decir tener que evitar esto o aquello, huir de esto o aquello; sino amar y comprometerse para construir su propia personalidad y humanizarse uno mismo y a los demás con la fuerza constructora del amor.
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